jueves, 22 de septiembre de 2011

TULIPANÍZATE


 
¿A ti también te hicieron “el fuchi”? Con esto me refiero a que te rechazaron o te tuvieron en poco. A mí me sucedió muchas veces en mi infancia y adolescencia… Tenía el deseo de encajar en un grupo pero ese grupo no quería que yo encajara con ellas.

En el patio del colegio era yo contra “el mundo”… pensando, conversando conmigo misma, riéndome de mis propias ocurrencias y aislándome para no tener amistades. ¿No sé si te sientas identificado(a) conmigo? Pues no te habló de “un amigo imaginario” sino del cerrarte a los demás.

Una vez en mi afán de hacer “amigas” llevé una bala que mi tío policía me había obsequiado y me puse a jugar con ella.  Estaba tan contenta con mi regalo que quería compartirlo con alguien y me acerqué a una niña para enseñársela y ella pensó que yo la iba a matar… y ¡echó a correr despavorida! La perseguí por todo el patio solo con el deseo de mostrarle lo que tenía en mis manos pero terminé en la dirección del colegio con una monja gritándome y llamando a mis padres por mi “conducta violenta”… ¿pueden creerlo? A los pocos días la niña dejó de asistir al colegio y a mí me dijeron que “se había vuelto loca” y que había sido internada… ¡la mentira más grande! Porque años más tarde, me la encontré en un conocido centro comercial mientras yo hacía compras y me explicó la verdad: Sus padres habían decidido vivir en otro lugar y empezar una nueva vida…

¿Cuántos hemos creído mentiras sobre nosotros mismos? Mucha gente pudo habernos rechazado por el lugar en el que vivíamos, por el color de nuestra piel, por tu sexo (esperaban varón  y fuiste mujer), por tu apellido autóctono, por tartamudear al hablar, porque se te pasó y no llegaste al baño… ¿Tuviste alguna “chapa vergonzosa”? No me la digas porque yo no te diré la mía… Quizá no te gusta tu cabello o alguna parte de tu cuerpo latino… Te dicen “estás gorda, ¿cuándo empiezas la dieta?”.

Descubrí una gran verdad que me cambió la vida: “No soy lo que otros piensan de mí… Soy lo que Dios piensa de mí y yo le creo lo que Él dice de mí misma… y él me dice en “…y ella es de más valor para mí que siete hijos.”  … ¡Wow! y ¿por qué? “Porque te amo y eres, ante mis ojos, preciosa y digna de honra”  Tú y yo tenemos un gran valor, Dios nos ama tal y como somos, ¡sí! “así como estás en este momento”.

Es tiempo de tulipanizarte y salir de la burbuja del rechazo… Te explico: En el año 1554, el embajador austriaco Busbecq quería saber el nombre de una flor desconocida que lo había dejado asombrado porque la planta entera: tallo, hojas y flores estaban comprimidos y encerrados dentro del bulbo o  la pequeña burbujita, esperando para salir en la primavera y así sorprender a todos con sus preciosos colores. El comercio internacional de flor cortada de los tulipanes tiene un valor global aproximado de 11.000 millones de Euros, este tipo de cultivo se inicia a partir de los bulbillos y se necesitan dos años para alcanzar bulbos de tamaño comercial ya que se deben utilizar suelos arenosos y bien drenados.

Sucedió de la misma manera conmigo al conocer la verdad de lo que Dios pensaba de mí, estaba en mi bulbito encerrada en el rechazo, sin querer abrirme a nadie, pensando que no habría un lugar donde podía encajar.  Pero en realidad, no sabemos todo lo valiosos y lo preciosos que somos. A veces pensamos que lo nuestro es estar en suelos arenosos y solitarios,  llenos de problemas, desconocido por los demás, queremos pasar inadvertidos… pero cuando sale a la luz el tulipán deja a la gente maravillada por su belleza  y recibe la admiración de muchos.

Así que hoy, mírate a través del amor de su hijo Jesús, que no hubiera muerto por ti si es que no fueras tan valioso… Él fue el único que murió por ti, nadie más lo ha hecho… entonces si una opinión vale sobre ti,  que sea la de Él… a las demás hazlas “fuchi” .

Lucas 6:22-23 (Traducción en lenguaje actual) "Dios los bendecirá a ustedes cuando la gente los odie o los insulte, o cuando sean rechazados y nadie quiera convivir con ustedes. La gente los tratará así sólo porque me obedecen a mí, el Hijo del hombre. Siéntanse felices, salten de alegría, porque Dios ya les tiene preparado un premio muy grande. Hace mucho tiempo, su propia gente también trató muy mal a los profetas".

Sucederá contigo, como con el Tulipán, cuando te abras y te muestres tal como eres… serás libre de rechazo, empezarás a vivir brillando y  serás admirado por muchos. Dios tiene para ti un premio muy grande, te hará florecer… tú decides ¿qué opinión cuenta para ti?

martes, 20 de septiembre de 2011

Tu Mayor Enemigo Eres Tu Mismo

 
"Y los enemigos del hombre será los de su propia casa"
Mateo 10:36

Jesús parece hablar un poco fuerte dentro del contexto de este versículo, pero tenemos que entender, ya que ese es el estilo de Jesús, que él habla mediante parábolas, y su significado no es precisamente literal. Un aspecto muy resaltante en los cristianos es la continua lucha contra la carne, ya que ésta va en contra a la voluntad de Dios. Pero también existen algunos aspectos dentro de nosotros que nos impide ver más allá y lograr la voluntad de Dios en nuestra vida. Hoy en día, vemos en la política, economía, música, medios de comunicación, etc. que éstos han sido corrompidos y su mensaje no es un mensaje de amor, esperanza o de buena intensión, y no quiere decir que estos sean instrumentos del diablo para hacernos caer en nuestro diario vivir, sino que cada uno de éstos son controlados por personas, y las personas son las que controlan estas cosas.

Existen 2 razones por las cuales nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos:

1) Porque eres tú el que tomas las decisiones:

"Hoy eres lo que ayer sembraste, y mañana serás lo que hoy siembres" es una de mis frases favoritas y me recuerda cada día que cosas estoy haciendo que pueden afectar mi futuro. Cada decisión que tomemos en la vida va a traer una respuesta, como la ley de acción y reacción. La biblia está repleta de personajes que han tomado decisiones, buenas o malas, pero que su futuro ha dependido de su elección.

Dentro cada uno de nosotros y antes de tomar una decisión suceden varias cosas, de hecho son en mayo parte, 3 aspectos que afectan nuestra voluntad:

* Influencias
* Miedos
* Inspiraciones

Todas estas afectan nuestras decisiones y es por ello que debemos vigilar constantemente que cosas hemos permitido entrar a nuestra mente y que, en cierta parte, controlan nuestra manera de pensar o de ver el mundo. Las influencias nos parcializan a pensar de cierta manera afectando también nuestras decisiones, y como jóvenes, existirá influencias cada día. Un día,mientras estaban los discípulos con Jesús, éste mira a Pedro y le dice, parafraseando, que vendrán pruebas y momentos difíciles, Jesús ora por Pedro no para evitar tales momentos, sino para que su Fe no decaiga en esos tiempos. Entonces, las influencias estarán ahí, ya sea en "amigos", familias, etc. debemos estar alerta para que esas influencias no tomen partido al momento de tomar decisiones importantes. Los miedos son los límites que nos colocamos día a día, que afectan a nuestras decisiones en la forma de que primero pensamos a que le tenemos miedo antes de ver más allá. Cabe destacar que un miedo no es algo maligno, es una forma de limitarnos, por ejemplo, el miedo de ascender en el trabajo nos limita a hacer lo necesario para llegar allá, tenemos ahí un miedo como obstáculo, o por oro lado, el miedo de caer en drogas o en adicciones peligrosas, es un miedo que nos favorece a no hacerlo. En cualquiera de los dos casos tenemos, con la ayuda del Espíritu Santo como guía, que manejar nuestros miedos y ver en qué nos afecta. Y por último las inspiraciones, como aquella fuerza que nos impulsa a llegar más allá.Vemos a ciertos personajes que han logrado algo, y que queremos hacer algo parecido, aquella sensación de no querer fracasar, pero distraerse en una inspiración puede hacer que nos perdamos de la realidad y hasta perder oportunidades que Dios nos da en la vida.

Una frase que debemos tomar en cuenta es que "Dios no va a tomar una decisión por ti...", Dios te ayuda, te inspira y te muestra el camino más no decide por ti y es por ello que no debes dejar que el enemigo sea el dueño de tu mente, si no que Jesús esté guiándote en cada decisión.

2) Porque la raíz de tus caminos yace dentro de ti:

Tomar una decisión es comenzar un camino, por ésto mismo, existen momentos en nuestra vida en los que debemos elegir que camino seguir, colocando una bifurcación en nuestro caminar. Puertas y caminos, en los que cada día luchamos contra algunos obstáculos internos:

Pereza: Freno físico que impide el seguir nuestro camino, y que aunque no se presenta en cada momento de nuestra vida, al momento de elegir nuestro futuro, si está presente, afecta en gran parte.

Negligencia: Omitir un futuro ideal, por un presente momentáneo, ha hecho que nuestro camino sea difícil de recorrer, y muchas veces el diablo no tiene la culpa sino nosotros mismos por no pensar con claridad.

Ignorancia: además de ser el peor enemigo de un ser humano, también se cree y te hace creer que nadie más posee conocimientos suficientes como ella, y un limitante, a gran escala, de puertas.

Debido a que el comienzo de nuestro caminar empieza primero en la mente y después en el cuerpo, conocer y asimilar como parte de nuestro vivir los frutos de espíritus mostrados en Gálatas 10:22-23, puede mejorar en gran medida nuestro caminar así como nos ayuda a ver otras oportunidades.

Humildad: No ser más que los demás, pero tampoco sentirte menos que los demás

Amor: el respeto que merece cada quién y la preocupación por su bienestar, es una forma de vivir en armonía con los demás.

Gozo: La alegría de tu corazón sólo la puede dar Dios.

Paz: no tener problemas y estar tranquilos, no es la verdadera paz. Sino, tener problemas y aún así estar tranquilos, es aquella paz que no la da el mundo sino solo Dios.

Paciencia: El tiempo de Dios es perfecto. "Mañana es muy tarde, pero hoy es muy temprano..."

Benignidad: Una disposición Gentil y benevolente hacia los demás puede alegrar la vida de otros y la tuya también.

Bondad: Tener una inclinación a hacer lo bueno, nos evita muchas complicaciones en el futuro y puede mejorar la vida de otros.

Fe: La esperanza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, tiene que estar presente en cada aspecto de nuestra vida para que nos vaya bien y en victoria cada día.

Mansedumbre: La mansedumbre es calidad de manso; es poder estar en absoluto control y no es debilidad como ocurre con la violencia.

Templanza: Encontrar el justo equilibrio de las cosas nos mantiene en un camino recto y con integridad ante los demás y con uno mismo.

Que Dios les Bendiga en su caminar, y cada vez que se encuentren en una situación difícil, piensen: ¿Que haría Jesús en mi lugar...? Su respuesta les va a asombrar cada día, y más si aprenden de Dios con amor.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Justicia Humana a Secas

 
Ana Perrin se dirigió a la cocina. Buscó un cuchillo grande, pero no lo encontró. Buscó una escoba o un palo de amasar; tampoco los encontró. Entonces se fijó en la olla. Estaba llena de agua, y el agua hervía a borbotones.
Ana, de treinta y siete años, de Exeter, Inglaterra, agarró la olla con las dos manos y de pronto la vació toda sobre los pantalones de Lee Roberts, su huésped de diecinueve años. ¿La razón del hecho? El joven había cometido abusos deshonestos con una hijita de la mujer. La hijita tenía cinco años.

«Lo que esta mujer hizo —dijo el juez Jonatán Clarke— es justicia humana a secas. Pero de todos modos, debo condenarla a dos años de cárcel.»

Amig@, muchas veces se producen casos como éste. Una madre, cuya hijita ha sido víctima de violación por parte de un vil delincuente, hace justicia con su propia mano. Arroja agua hirviente sobre la parte del cuerpo del hombre que ella considera más responsable.

Pero aún hay algo peor que eso , ¡Cuántas veces cuando nos damos el lujo de ejercer el rol de JUECES, de INQUISIDORES; CARNE DE PECADO... ¡CONDENANDO A CARNE DE PECADO!; PALADINES DE NUESTRA PROPIA JUSTICIA (la cual es como trapos de inmundicia ante la Suprema Santidad del Único y Verdadero Juez de todos los seres creados), habremos hecho afrenta del Santo Nombre de Dios...!

Hay casos en los cuales el pueblo sabe hacer justicia. Pero las leyes humanas actuales, las que se usan en el ejercicio de la actual jurisprudencia, NO permiten actos de condena ni mucho menos de ajusticiamiento popular (por parte de muchos, o unos cuantos...). Si las leyes humanas se reservan ese derecho, ¡Cuanto más las LEYES DIVINAS, que verdaderamente SI tienen su razón!".

No importa quién tenga el derecho de administrar el juicio —si los gobiernos, los jurados, los jueces, los grupos, o si la persona ofendida—, sino que tarde o temprano ese castigo, llega. La sabia ley divina que dice: "Cada uno cosecha lo que siembra" (Gálatas 6:7) se cumple de modo inexorable. El mal que hacemos a otra persona nos perseguirá toda la vida.

Todo lo que hacemos, decimos, tramamos, maquinamos, e incluso cuando sólo lo deseamos o pensamos en contra de otra persona (la cual es la imagen y semejanza del mismísimo Dios Viviente, pues es la obra creadora de sus manos), se nos revertirá ineludiblemente con la contundente e implacable, pero justa disciplina de Dios, pues como El mismo lo dice en su palabra: "Mía es la venganza; yo pagaré..." (Heb 10 : 30)

Sin embargo, como todos hemos cometido nuestras propias fechorías, ¿quién entonces podrá vivir en paz?

He aquí el misterio de la gracia de Dios. Él, Dios, mediante nuestro arrepentimiento, no sólo nos perdona sino que también transforma nuestro corazón. Vemos aún a nuestros enemigos con corazón arrepentido, con perdón y con amor, y lo primero que queremos hacer es estar en armonía con aquellos a quienes hemos ofendido. Esta es una experiencia inexplicable pero cierta, y nos puede ocurrir a nosotros. Amig@, como hermano en Cristo le extiendo esta petición, Entreguemos nuestra vida a Jesucristo hoy mismo y vivamos en la paz que Él quiere darnos.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Cómo enfrentar nuestros temores

 
Cada uno de nosotros hemos sentido temor alguna vez en la vida. En mi caso hubo un momento en el cual me di cuenta que estaba luchando con el temor y me propuse descubrir su origen.
Yo sabía que si no lo hacía mi ministerio sufriría grandemente debido a ello. Al orar y pedir a Dios que me revelara la causa de mi temor, volví a vivir los recuerdos de mi niñez.

Los primeros años de mi vida fueron turbulentos. Mi padre murió cuando yo tenía dos años y mi madre se vio obligada a tener dos trabajos para que ambos tuviéramos techo y comida. El primer recuerdo que tengo de mi niñez es del temor que me invadía al dudar de que pudiéramos lograr tener lo necesario para subsistir. Crecí teniendo que prepararme tanto el desayuno como el almuerzo para ir a la escuela.
La meta de mi madre no fue infundirme temor; acaso ella me enseñó más sobre la fe que cualquier otra persona. Lo que provocó la inestabilidad y el temor fue consecuencia natural de las circunstancias en las que nos encontrábamos. Por las noches mi madre y yo orábamos juntos. Ella me enseñó que aunque los tiempos eran difíciles, Dios estaba con nosotros listo para suplir todo lo que necesitábamos. Ella confiaba en el Señor y nunca nos quedamos sin comer. Quizá hubo tiempos de escasez cuando nuestro refrigerador estuvo casi vacío, pero siempre tuvimos todo lo necesario.

Ninguno de nosotros puede darse el lujo de permitirle la entrada al enemigo en nuestras vidas. Todo lo que Satanás necesita para hostigarnos es una oportunidad. La oración y la Palabra de Dios son las armas más efectivas que tenemos contra el temor. Cuando reconocemos ante el Señor que somos presa del temor y le imploramos su protección y dirección, asumimos una postura de fe.

El temor es, en sí, una decisión. Me sorprende ver cuántas personas me dicen que tienen temor de haber cometido el pecado imperdonable. Pese a que la sangre de Jesucristo los limpia de todo pecado, siguen rodeados de una incredulidad persistente.

Por lo general se reduce a que se sienten culpables de algún pecado, ya sea pasado o presente. Es entonces cuando les recuerdo 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Dios nos perdona cuando nos acercamos a Él en oración humilde buscando su perdón.

Si una persona insiste en seguir creyendo en un concepto falso del temor, lo más probable es que su vida esté saturada de temor. Jamás habrá un momento cuando tengamos que preocuparnos de que Dios nos perdone o no. Todo pecado – todo lo que jamás hayamos cometido – ha sido perdonado por su gracia mediante la obediencia de su Hijo en el Calvario. El Señor Jesús murió a fin de que nosotros podamos tener vida eterna. El nos ha dado libertad y no hay necesidad de vivir en pecado o temor.

En el libro “La sensación de ser alguien”, el autor Mauricio Wagner escribe: “El temor paraliza la mente haciéndonos incapaces de pensar con claridad. El temor de gran magnitud desorganiza la mente temporalmente al grado de que la confusión llega a imperar. El temor tiene también la tendencia de multiplicarse; cuando tenemos temor quedamos inutilizados al grado de que llegamos a temer de nuestros temores. No podemos hacer frente a los problemas cuando tenemos temor de ellos. . .

“Se necesita fe para doblegar el problema del temor. Es imposible vencer el temor sintiéndonos culpables de esa emoción. En ninguna parte de la Biblia encontramos que Dios condene a una persona por tener temor; en cambio, Él constantemente alienta a los que temen con declaraciones como: No temas, porque yo estoy contigo (Isaías 41:10). Cuando tenemos temor nos sentimos solos con nuestros problemas y estamos abrumados por ellos. La fe acepta el hecho de que el problema es demasiado grande para nosotros y también el hecho de que no estamos solos con él; tenemos a Dios con nosotros”.

En Lucas 4:18 el Señor Jesús dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos”. Una de las funciones de Cristo como Mesías es traer libertad de la opresión. Cualquier cosa que nos mantenga cautivos debe soltarnos de sus garras cuando le ordenamos que lo haga en el nombre de Jesucristo.

El pecado, o cualquier esclavitud emocional, no puede gobernar nuestra vida. El único poder que el pecado tiene sobre ella es el que nosotros le concedamos; o sea, que se trata de lo que nosotros decidamos hacer. Podemos tomar la decisión de pecar y rechazar el plan de Dios para nuestra vida o podemos elegir seguir a Cristo en obediencia. No hemos sido destinados para ser pecadores ni hemos nacido a una vida de temor.
La duda contribuye poderosamente al temor. Cuando dudamos de la habilidad de Dios para mantenernos y suplir nuestras necesidades, tenemos temor. Muchos han adoptado el punto de vista de que el hombre es el centro del universo y que todo lo que ocurre debe ser controlado por él. No obstante, la necesidad de estar a cargo de nuestro propio destino tiene un gran defecto. Nosotros no somos todopoderosos ni podemos evitar que acontezcan ciertos eventos, sólo Dios es soberano. En última instancia Él es la única fuente de nuestra seguridad.

Puesto que nos hemos sugestionado para creer en la mentira de que separados de Dios somos auto-suficientes, el temor impera en nuestras mentes sin control alguno. En lugar de tornarse a Dios en oración, nuestras mentes andan a la deriva, de un problema imaginario a otro. Intentamos arreglar todo y terminamos exhaustos espiritual y emocionalmente.

Satanás se complace en hacer que andemos corriendo emocionalmente.Él toma medidas extremas con tal de lograr que nos imaginemos todo tipo de cosas o situaciones. La mayoría de nosotros sabemos lo que es pasarnos una noche en vela debido a pensamientos o preocupaciones que se convierten en temores.

Un solo pensamiento puede multiplicarse y crecer mil veces si es regado por las mentiras del enemigo. Su principal objetivo es hacer que dejemos de confiar en Dios. Una vez que logra que lo hagamos, él nos despoja de toda sensación de paz y esperanza; comenzamos a dudar de las promesas de Dios y antes que nos demos cuenta el temor ha erigido toda una fortaleza en nuestra vida.